Nadie nació con un libro de Kollontai bajo el brazo

Lean estos tuits. Ahora piensen que esta cuenta de Twitter tiene más de 400.000 seguidores, la inmensa mayoría de los y las cuales son carne de Telecinco y llenan sus días con sedantes de conciencia en los que esta mujer participa como «Mujeres y Hombres…», «Gran Hermano», «Gran Hermano VIP», «Cámbiame», «Supervivientes», «Sálvame Deluxe», «Sálvame Naranja», «Sálvame Limón» y Sálvame de tu verga en vinagre.

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Y resulta que una se encuentra, en ese campo de batalla que es Twitter, centenares de mensajes insultándola por el mero hecho de reinventarse con un poquito más de conciencia que cuando saltó a la palestra hace cinco años protagonizando borracheras épicas en las que sin duda tuvo más de una actitud, hacia sí misma y hacia otras mujeres, que bien puede calificarse de reprobable. Insultándola porque ella no merece ser feminista. Ella, con esas extensiones cutres y los labios rellenos de bótox. Ella y su jerga barriobajera. Ella y, como no podía ser de otra manera, la sombra de lo que ha hecho y ha sido en el pasado. Cómo nos gusta ponernos católicos y hacer pasar a los demás por la sala de penitencias, ¿verdad? Porque claro, las feministas nunca nos hemos emborrachado hasta dar asco y pena. Nunca hemos llamado «zorra» a una mujer. Nunca nos hemos cosificado para alimentar estúpidamente un ego malherido. Qué va. Nacimos con un libro de Kollontai bajo el brazo y somos unas estupendas de la vida.

Luego vemos con tristeza cómo una producción de Netflix como «Las chicas del cable», que supuso una inyección de ilusión para muchas al ser una serie de claro corte feminista, tiene un maravilloso elenco que, sin embargo, elude totalmente cualquier alusión no ya al feminismo de la serie, sino también al feminismo en sí. «Nego maiorem, ergo nego consequentiam» y pa’ casa sin caminar por terrenos movedizos y otros andurriales donde habita el feminismo.

Nadie hizo sentir culpables de sus declaraciones «igualitaristas» a Blanca Suárez y compañía. Una actriz, una artista de verdad con esa elegancia indumentaria y verbal, no merece tales lapidaciones. O a la vallecana -gentilicio VIP en el mundo progre- Cristina Pedroche y su «olvídemonos de machismos y feminismos que son una tontería». O Amarna Miller, que se sacó la carrera de Bellas Artes en una universidad privada. Dani Rovira tampoco, que es muy gracioso y enrollado. No es lo mismo. Son gente que va a la gala de los Goya a decir cosas progres contra Montoro y van de academia por la vida. Son gente que, pese a todo, es cool. ¡Cómo osamos comparar eso a una choni que se pasea por los platós de Telecinco y antes que eso solo tuvo trabajos como cajera o secretaria! Ella pertenece al saco de la gente que, pese a todo, es escoria. Qué asco me dan el elitismo y el clasismo.

Luego están los Roviras de todos los días. Los rojeras que se creen muy guays por tomar gintonics hablando de Foucault, o los que beben cerveza enlatada y van al Viña. Esos que nos ven como a unas Ylenias por hacer lo que hace ella: aprender, cagarla, reaprender y gritar a los cuatro vientos lo que a una le sale de las vergüenzas aunque hiera virilidades y egos. O las Pedroches de todos los días, que te ven como una amargada y tienen la osadía de resumir tu feminismo en que nos «molestan los shorts enseñando nalga».

Fíjense por dónde, gentes molonas, que me da a mí que la choni de Benidorm lo tiene un poquito más claro que ustedes.

 

– Itxasne Illustration

 

 

Hoy me siento negra, mañana seré asiática.

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Querida gente blanca,

Esta carta va para todos ustedes. ¿Qué os está pasando? ¿Por qué tenéis ese delirio de usar rayos UVA hasta ser más oscuros que el carbón? ¿O pintaros los labios 2 cm por fuera del vuestro?

Ser negro mola, lo sabemos pero por qué tanta hipocresía. Vestís como nosotres, habláis como nosotres, actuáis como nosotres, pero nos respetáis ? Hace poco vi como una muchacha española, blanca y rubia, subía una foto diciendo «hoy, siendo negra». ¿Qué pasa? ¿Somos un pasatiempo? Cuando vaya por la calle y me digan «mulata/negra de mierda» responderé con «no soy eso, en mis tiempos libres soy blanca», así como afirmaba esta persona.

Ser afro no es una moda y que vayas a la peluquería a gastarte 100€ para que te saquen un afro de ese pelo spaguetti o irte a la playa a coger moreno y vuelvas más roja que una gamba no te hará serlo.

Esperad, olvidaba algo… Ahora saltarán y dirán muy indignades «¿ y las negras que se lacian el pelo o llevan extensiones qué? Nos ofenden porque quieren ser blancas» Já já já. Esas cosas no pasarían si no hubiese una presión social como en el caso de latinoamerica, si no te machacasen con que el pelo afro es «pelo malo», estas cosas no pasarían o vamos a Africa, donde hay más cremas blanqueadoras por mujer que mujeres ya que se consideran más hermosas las de tez menos oscura así que, a poneros sal que estáis sosos.

Estoy muy feliz de que hayan personas aliadas a nosotres pero me indigna que la gente que no lo está le llamemos la atención y sólo recibamos burla pero cuando lo hace una persona blanca sí se lo tome enserio. ¿Por qué tenéis esa amargura hacía nuestra persona? ¿Qué hemos hecho para que siempre nos estéis ridiculizando todo el tiempo?

Todo el mundo quieto ahora.

Escucho desde la lejanía como me están llamando racista de blancos, dejad que me ria. Explicadme ¡Cómo yo, una persona que ha tenido novios blancos, que tiene más de tres amigos blancos y que uno de ellos es súper colega, puede ser racista!

¿A que suena mal? Imaginad que es escuchar eso a la inversa día sí, día también. Dicho esto, doy por finalizado este escrito con una frase de una película que se llama tal y como comencé esto, Dear white  people:

Los negros no pueden ser racistas. Prejuiciosos, sí, pero no racistas. El racismo describe un sistema de desventaja basado en la raza. Los negros no podemos ser racistas, ya que no podemos beneficiarnos de tal sistema.

Afrofeminismo.

Como todes ya sabemos, el feminismo es el empoderamiento de la mujer del patriarcado y como consecuencia de este, igualdad pero… ¿Afrofeminismo?

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Se podría decir que es una rama dentro del feminismo ergo, tiene una finalidad similar, el empoderamiento de la mujer, pero de la que es negra. Sí, de la negra esa que acabas de ver hace unas horas, unos días, semanas.

En la segunda mitad del siglo XX, el feminismo negro surgió como movimiento político y social de sentimientos de descontento de las mujeres negras tanto con el movimiento por los derechos civiles como con el movimiento feminista de los años sesenta y setenta.
El movimiento de derechos civiles no sólo se centró principalmente en la opresión de los hombres negros, sino que muchas mujeres negras se enfrentaron a un severo sexismo dentro de grupos de derechos civiles.

El movimiento feminista de la segunda ola surgió en los años 60 y las mujeres negras eran alienadas por las planchas principales del movimiento feminista de la segunda ola, por ejemplo, ganar el poder de trabajar fuera del hogar no era un logro para las mujeres negras. Muchas mujeres negras tuvieron que trabajar tanto dentro como fuera del hogar durante generaciones debido a la pobreza mientras que las feministas blancas de la época abogaban por la liberación del control de la natalidad, pero se pensaba poco sobre las mujeres negras y sus necesidades de acceso a la anticoncepción.
Angela Davis, por ejemplo, mostró que mientras las mujeres afroamericanas y blancas eran sometidas a múltiples embarazos involuntarios y tenían que abortar clandestinamente, las mujeres afroamericanas también padecían programas de esterilización obligatoria.

La escritora feminista negra Patricia Hill Collins cree que este «afuera dentro» de la reclusión sufrida por las mujeres negras se creó a través de la esfera doméstica, donde las mujeres negras se consideraban separadas de la élite blanca percibida que reivindicaba su dominio sobre ellos. También sentían una desconexión entre el sufrimiento y la opresión de los hombres negros como resultado de que las mujeres blancas tomaron en cuenta su raza y su clase y por lo tanto excluyeron a las mujeres negras de tal discurso haciendo que, las feministas negras llevaran a sus grupos para expresar sus propias experiencias de marginación y potenciar la conciencia negra en la sociedad.

La política ha aplicado a menudo la raza, la clase y el género como categorías aisladas como
un medio para excluir a aquellos que no son percibidos como parte del grupo dominante. Estos prejuicios construidos formados de raza, clase y género son lo que la feminista Kimberle Crenshaw cree que necesitan ser utilizados no como un medio de degradación, sino como una forma de empoderamiento y autoestima. Ignorar estas diferencias sólo crea una mayor división entre los movimientos sociales y otros grupos feministas, especialmente en el caso de la violencia contra las mujeres donphcde el grado de violencia se correlaciona con componentes como la raza y la clase.
Estas medidas de exclusión permiten a las mujeres negras mirar hacia adentro y poner en práctica esta separación de las identidades y los objetivos del grupo como medio para descubrir la autoestima personal. En cierto modo, la política de identidad sirve como una política cultural que promueve el autoempoderamiento como una forma de formar identidades colectivas y grupos que los apoyan.

Otro tema de la política de identidad es el conflicto de las formaciones grupales y los espacios seguros para las mujeres negras. En la década de 1970, el aumento de la alfabetización entre las mujeres negras promovió la escritura y la erudición como
un punto de venta para el discurso feminista donde se podía escuchar su voz, como resultado, las mujeres negras buscaron consuelo en espacios seguros que les dieron la libertad de discutir temas de opresión y segregación que en última instancia promovieron la unidad, así como un medio para lograr la justicia social.

Patricia Hill Collins considera que tres espacios seguros son esenciales para que los movimientos feministas negros creen un ambiente que aboga por la «diversidad dentro de la comunidad».  El espacio seguro primario reside dentro de las amistades de las mujeres negras que son capaces de expresarse y liberarse de las constricciones hegemónicas que usualmente las sup54059cf45cc0c_patricia_hill_collinsrimen. Los dos últimos sirven como puntos de expresión personal a través de la música como el blues y la autoría. Estos medios dan voz a aquellos que han tenido sus voces ignoradas o silenciadas y ofrecen una alianza con aquellos que se identifican con la difícil situación del artista o autor dando como resultado que estos espacios seguros proporcionen no sólo un material sino una salida discursiva donde las mujeres pueden usar comida, tradición oral y otros rituales para crear este sentido de comunidad para las mujeres negras.

El Privilegio Blanco: Deshaciendo la Maleta Invisible

«Me enseñaron a ver el racismo sólo en los actos individuales de maldad, no en los sistemas invisibles que conceden el dominio a mi grupo»

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Me enseñaron a ver el racismo sólo en los actos individuales de maldad, no en los sistemas invisibles que conceden el dominio a mi grupo Peggy McIntosh Gracias al trabajo realizado para incorporar material de estudios sobre la mujer en el resto del currículo, a menudo he notado que los hombres no están dispuestos a reconocer que tienen excesivos privilegios, aunque reconocen que las mujeres están en una situación de desventaja. Dicen que lucharán para mejorar el estatus de la mujer, en la sociedad, en la universidad o en el currículo, pero no pueden apoyar ni apoyarán la idea de disminuir el estatus del hombre. El tema de las ventajas que el hombre obtiene de las desventajas de la mujer está rodeado de negaciones que son prácticamente tabúes. Estas negaciones evitan que el privilegio masculino sea plenamente reconocido, se vea disminuido, o llegue a su fin.

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El precio del machismo en las personas no formadas

Una persona sin formación política puede verse gravemente influenciada por otra alienada, al carecer de esta formación toma por cierto el pensamiento que la persona alienada le transmite ya que interiormente la considera como valide, pues se ha criado en un sistema patriarcal donde el aspecto de la mujer se ha llevado constantemente a juicio. Ser “mujer” en este sistema no es fácil, y eso lo sabemos todes. Yo vengo a contar una experiencia personal a nivel familiar. Redactaré un poco lo que me pasó y las acciones y comentarios que sucedieron.

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